Escribimos, publicamos, existimos

Libros visuales en el 2018

por: Marcela Rodríguez Mesía

Los recuentos de lo que ha pasado el año que acabamos de despedir, evidencian una interesante variedad de temas que, a pesar de no ser nuevos o de no suscitar tanto impacto, empiezan a asomar tímida pero esperanzadoramente.

Por mencionar uno de ellos, en el universo editorial, al hecho de ganarnos con las listas de críticos, lectores, portales y especialistas literarios acerca de las mejores publicaciones del 2018, con resúmenes y biografías detalladas, dentro de géneros literarios como la poesía, la narrativa y el cuento nacional e internacional, vale la pena sumar una lista que dé cuenta de lo que también se está haciendo en la línea de libros visuales/gráficos, de la mano de autoras, editoras y editoriales que vienen trabajando desde no hace poco tiempo.

El libro visual sigue siendo un territorio poco visitado por lectores, críticos, entidades del Estado, fondos concursables estatales, en nuestro país, creemos que porque su carácter todavía no se disocia del espíritu de las disciplinas artísticas que lo preceden. La fotografía, la ilustración, el collage, la técnica mixta, siguen siendo entendidas como disciplinas o técnicas cuya naturaleza implícita no precisa ningún otro tipo de acompañamiento o soporte narrativo. Y ese es un primer obstáculo para apreciar su potencialidad.

Sin embargo, no todo está perdido. Desde hace varios años, y de la mano de la poesía y de la fotografía, la visualidad no solo de las palabras en el texto, sino en el libro como objeto, ha seguido siendo explorada hasta disparar un hermoso movimiento de creadoras que han decidido apostar por este aún “Nogénero” editorial.

Hace unas semanas se dio a conocer a los ganadores del fondo de movilidad impulsado por Matadero Madrid. Antonio Paucar y el colectivo Polen Estudio de cerámica, conformado por Elizabeth Vásquez y Frances Munar, se presentarán en el marco de la feria ARCO 2019 en el que el Perú es el país invitado. Esta es una noticia particularmente feliz porque Elizabeth Vásquez también forma parte de Membrana Ediciones, un colectivo editorial gráfico que viene impulsando la creación de libros visuales tan potentes por su honestidad como por su nivel de exploración y experimentación.

Fotógrafas peruanas como Leslie Spak, Ana Lía Orézzoli y Luz A. Santana, también han logrado sacar adelante proyectos de libros visuales a través de la fotografía. La primera publicó Sangre (2016), un fotolibro incómodo y muy personal, editado por La Luminosa (Argentina) y con mucha repercusión en el mercado del fotolibro latinoamericano. De la misma manera, Ana Lía Orézzoli, A kind of longing (Autopublicación, 2018), y Luz A. Santana, Vida de Plutón (Pequeño Pato Salvaje Editorial, 2018), han puesto los temas de la memoria, la biografía personal, la soledad y la distancia en una primera línea de proyectos honestos y de mucho cuidado también en la forma y en la exploración de materiales.

Por cierto, Pequeño Pato Salvaje es una editorial fundada por dos mujeres, que ha ganado hace poco un estímulo económico del Ministerio de Cultura para una coedición con una editorial en España, y que este 2019 estará sacando su tercer fotolibro, El infinito del cosmos, de Estrella Pezo, creadora audiovisual. Por su parte, Nuria Zapata es una artista que ya cuenta con dos autopublicaciones y una tercera en camino trabajadas con la técnica del letterpress y con ejemplares casi únicos que despiertan las pasiones de coleccionistas y enamorados de la poesía visual. 

Y si hablamos de mujeres ilustradoras o artistas gráficas no pararíamos de contar. En diciembre de 2018 se dio lugar el Festival Carboncito con una presencia muy importante de creadoras con proyectos increíbles en mesa, desde Sara La Torre, que con el proyecto Soma explora la técnica de la risografía (que en Perú todavía no hay, pero no desesperen que ahorita Sara lo trae), pasando por Daniela Zamalloa, Ana Sofía Imafuku, Luz Alcántara, Muriel Holguín, Karapulkra, hasta Sandra Suazo, Sol Rodríguez, y eso que todavía nos falta salir de Lima para conocer a muchas más.

En resumen, hay un arduo trabajo creativo que se viene realizando para darle al libro visual un lugar en el mapa editorial nacional actual, impulsado por creadoras, colectivos y editoriales que están apostando por la experimentación y por nuevos autores y autoras que seguramente se convertirán en referentes de este tiempo. Seguiremos atentas a lo que se siga produciendo.