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Las imposibles orquídeas. Antología de Violeta Barrientos

¿Dónde estaba este libro cuando yo tanto lo necesite?

¿Por qué no pude leer a Violeta cuando yo salía del clóset y necesitaba respuestas que definitivamente hubiera obtenido de su poesía?

¿Por qué no pude encontrar sus versos, para aliviarme de que yo también venía a descubrir lo imposible: mi deseo en un cuerpo igual al mío?

Porque El innombrable cuerpo del deseo se publicó en los días más convulsionados de 1992, el famoso año del autogolpe dictatorial. Y estas dictaduras lo atravesaron todo.

En 1996, cuatro años después de publicado el poemario El innombrable cuerpo del deseo yo era una adolescente que buscaba respuestas sobre mi orientación sexual y mi identidad de género en los libreros y en los cafés. También empezaba a escribir. En el colegio no recuerdo haber leído ni a escritoras ni poetas locales. Y en la universidad, la biblioteca por ese entonces era del tamaño de un salón y tenía cuatro o cinco estantes. Fue gracias a la clase con Rosella di Paolo que conocí a Carmen Ollé y a Blanca Varela. Pero yo necesitaba identificarme no solo con la poesía sino con escritoras que hablaran sobre lo que yo necesitaba descubrir.

Poemas como “Los nuevos amores” o “Las imposibles orquídeas” me hubieran hecho sentir que yo no estaba mal, ni enferma, ni sola. Recordemos la adolescencia (los que ya pasamos hace rato por ella): te enamoras, te duele, te come la ansiedad y sientes que nadie te entiende. Lo más probable es que te enamores de alguien que no te corresponde, que ni se da cuenta que existes. Te decepcionas, te deprimes y luego sigues con tu vida. Ahora, imagínate ser una chica a la que le gusta otra chica, sin chats, sin redes, sin Tinder ni Instagram. Hay más probabilidades de rebote, de friendzoneo, de estrellarte contra el muro del silencio. Porque nadie, ni los libros, te van a contar que sentir deseo por otra mujer es normal. No en 1996.

Encontré una pequeña novelita, 56 días en la vida de un frik de Morella Petrozzi, con la que aguanté estoicamente por un tiempo. Y así empecé a escribir mis propios textos. Cómo me hubiera encantado leer a Violeta en esa etapa. Tanto como me ha encantado leerla ahora, después de mucho tiempo. Al leer esta antología, estoy saldando una deuda, no solo con Violeta Barrientos y su escritura, negada para mí durante tantos años en los que solo publicaba fuera del Perú, en sus exilios a Francia o Argentina, sino una deuda pendiente con mi adolescente de los 90’s.

 

***

LAS IMPOSIBLES ORQUÍDEAS

Nunca he tenido una orquídea que no fuera compartida. Recuerdo regalarlas a mis novias y luego verlas en la casa, duraban poco. Y después de meses o un año, si se les antojaba, volvían a florecer. Así como iban mis relaciones, a veces no volvía a saber si eso pasaba o no.

¿Por qué escoger las orquídeas? Algunas son tan hermosas e impredecibles, exóticas y efímeras. Las hay con ojos, con alas, con forma de bailarina, de dragones. Tan imponentes, delicadas y diversas como una vulva. Mis favoritas son las orquídeas mono y las orquídeas bailarina. Estas flores extrañas hablan, como diría Lemebel, por su diferencia: a través de su belleza extravagante.

Y en los versos de Violeta encontramos esa “rareza”, a través del ritmo y de las escenas de cada poema. Pero también encontramos belleza en el silencio, en lo oculto, lo cubierto, lo invisible: las imposibles orquídeas, el innombrable cuerpo, las orquídeas bajo tierra, enterradas… todas esas otras flores raras de las que no podíamos hablar. Las flores del no decir.

 

“Y ya no comparé distancias,
no existían nombres ni medidas
y la única belleza fue la imposible de tocar,
de contemplar, de retener
porque el deseo, no se puede nombrar
solo padecer.”

 

Palabras que se borran, murmullos, huellas, la espuma del mar que se las lleva, habitaciones sin ruido donde solo ella se habla y se contesta. Ahora lo entiendo. Son las orquídeas que deciden compartirnos su esplendor momentáneamente, como si fueran palabras que solo se dicen una vez con la voz bajita, y luego solo silencio, solo memoria o flashback, solo imagen que vuelve con el vaivén del olvido, luego solo el eco de nuestras propias voces, cicatrizadas.

(por: Karen Luy de Aliaga)

Antología poética 1991 – 2017
Las imposibles orquídeas
Violeta Barrientos Silva
Paracaídas Editores, 2019 
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El Comando Plath surge del hartazgo. Hartazgo de ser estereotipadas, hartazgo de ser invisibilizadas, violentadas y ridiculizadas. El Comando Plath somos un grupo de mujeres escritoras, artistas e intelectuales. El Comando Plath somos todxs.

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