Follow us on social

Últimos posts

Escríbenos

Nuestro objetivo es visibilizar la literatura escrita por mujeres y disidencias, peruanas y hermanas. Toda información que quieras compartir será valiosa para hacer crecer nuestra comunidad. ¿Tienes alguna consulta o comentario? No dudes en escribirnos.

Síguenos

Chepén, 1965

Julia Wong

Artes de toros

 

Ellos practicaban magia,

sabían que su sangre se confundiría

 con los cuernos y vísceras de pulpos engendrados en Cádiz

Las mujeres bailamos en la plaza

Levantamos hacia el cielo el pubis

Las provincias españolas quedaron distantes 

asentadas bajo las gotas del sacrificio animal

Despertaban con tambores lejanos al norte del Perú.

Pregonaban otro mar con fortaleza de piedra almíbar

Nunca estuvimos en medio del ruedo

No nos habían crecido cachos para defendernos del enemigo

Las ubres se llenaban de leche tibia

Y el sol se apiadaba de nuestros cuatro estómagos

Ellos rumiaban nuestro amancebamiento y al salir del redil sagrado

Conteníamos la respiración de seres apabullados

Los toros pisaban las flores

Sin saber

Que había vida en sus pétalos.

Confiaban 

Que sus encéfalos seniles

Protegerían las estirpes jóvenes

Las terneras llenas de océano y gracia

habían agriado nuestra leche

Ya no éramos esas cuadrúpedas reproductoras

Desde su peso y enormes ojos vagabundos buscando un punto ciego.

Ellos pesaban tanto como un diluvio destructor de bosques

Nosotras nos ensanchamos como el camino que ellos humillaban 

así sucedieron días y noches estirando la lengua 

Hasta que alguna potra vecina rompió la tranca

Y todas acabamos saltando locas al mar

Nuestra domesticación había terminado.

Agua salada se llenaba de saliva almacenada por siglos

Alguna se percató en la conversión

Cuando la cabeza zambullida entre una ola y la luz de un faro

volvía al aire

 palabras de anís y frío irrumpían en la superficie 

Algo sucedía en esa heredad desconocida

La gran transformación de pieles y exigencias por alimento

Nuestra cola maternal espantando moscas

Mudó por un pelaje dorado color del sol

Nos volvimos verbo negro, nuestro peso disminuyó como espuma

                                                                                                   del cáñamo. 

No había estirpe, ni genealogía

Solo una sutura finísima

Cubría heridas de las ubres maltratadas, transparentes.

(las manos de los mercaderes de leche 

estiraban los pezones hasta hacerlos sangrar enfermaron con artritis)

 

La leche era el río de una ciudad de miel y berenjena

Los libros se abrían en las páginas exactas donde el ojo de vaca leía 

 párrafo preciso para entender el camino hacia una iglesia

Un bebedero de agua dulce

O  espacio donde el mundo interior era tan venerable como la mirada

 

Ninguna fue vista como un ser superior

Sino un cuerpo del que aprender. Todas éramos altar. 

Sí, después vino ese  huracán  de marzo.

Se destruyó el litoral como lo conocían los toros hasta entonces

La misma naturaleza formó surcos y escuadras para protegernos

(de cualquier vendetta). 

Supimos  que el remanso y el silencio llegarían

Donde la pezuña no patea

Algunas ubres como la mía, quedaron heridas, a otras se las cortaron por completo.

 

Madrid 8 de marzo del 2020.

En Biblioteca virtual del Colectivo Tusanaje

Los caminos de Dios en Berlín

Poco tienen que ver con la noche en Damasco 

Con la llamarada olímpica que enaltece la concordia

El zapateo roto  baila sobre caminos de azafrán

Una falda roja, una niña herida

El tambor y el líquido ocular rompen las ventanas

Un cráneo disparado por niños ciegos

Bombardeo vespertino

Un sermón incomprensible cae de la montaña

los pasos húmedos

Pero allí vomita un muchacho sirio

abraza a  una manta violácea

similar a  la humildad de los arroces derramados

Los sonidos sordos

Y los huesos inmunes de los vigilantes

No hay belleza en esa caridad asustada

Dame  todo grita con cada bengala el Satán invocado

Entrégate a mis limbos, río, ecuaciones

Tú acaricias la cabeza enrulada del chico que pronuncia en alemán

Guten Rutsch

tus dedos viajan sobre estepas, las casas destruidas titilan en sus ojos ebrios

Gib mir deine Hand, deme una mano 

revienta algo muy sonoro en la pared. No es la guerra. Es placer :

Dos ancianos hacen el amor mientras una chica se desviste.

 

En El vuelo más largo. Antología de poesía hispanoamericana
(Ángeles de papel, 2020)

Para Norah: quien vive en Holanda,

 

No sé qué hora es en Holanda, Norah….

si pienso en Holanda desde Berlín, me parece un pájaro lejano,

la gente habla como un relámpago, come pan mojado en leche

En Berlín hablamos cual ángel  jugando con mandarinas viejas

Escucha un acento orgulloso, prejuicios condimentados con ajo

En Berlín, no conozco a Nadie que hable holandés.

Me dicen que la noche es épica y  griega

Porque aparecen todos los centauros y cíclopes alados

Orpheu besa a un pandillero

Y los empleados sirios entonan alabanzas en los baños

Orpheu alemán vive en las esquinas más sucias

Mientras las ratas se convierten en motociclistas 

Apagan la luz 

Acarician sus propias barrigas y cuerpos grasosos.

 

Una mujer muerta (quizás es mi madre) canta,

donde está ella ahora aprendió a quererme

La que me trajo al mundo no comprendió mis movimientos

Tampoco habló de Holanda

esa mujer temía a los alemanes/

Mis poemas eran objetos extraños

Como manzanas  nórdicas… quizás

 Palabras que deseaba olvidar…

¿por qué mamá? le pregunté

¿qué hay en el cielo de Berlín que te incomoda?

En Holanda  tienen prejuicios contra el idioma de Berlín

El tiempo insatisfecho busca una góndola

No he limpiado mi nariz para ver el futuro

El cielo en Berlín escupe ráfagas de cromo

No es azul, ni gris, ni celeste, es  invernal

Es un cielo alemán

Escribo un poema para Norah que está en Holanda

Ella intenta deshacer la purpurina de los nombres 

Los trenes  le susurran el terror de un puente caìdo

Y Norah dormita  en el qué hacer de los molinos

Pero aquí en Berlín, no hay ninfas, ni ruedas de agua

Sólo ángeles enloquecidos nos invitan a llorar a sus espaldas

tocan instrumentos construidos con material de desecho

Entenderías Norah que Orpheu 

No es un traductor, ha perdido su patria y su barco.

Por eso  lloré tanto cuando oí lo que  decías

Reventó en el ojo izquierdo de la piedra

nadie comprendería tus sonidos

este es Berlín,  Norah donde Orpheu aprieta los labios 

y ejecuta sus venganzas.

 

(inédito)

Deméter quema a su nieto

 

Han muerto mi sobrino mayor y mi madre, uno por amor y la otra por vejez. A medida que sus siluetas vienen a la vigilia como un soplo aligerado, casi un esbozo; advierto que una mosca vuela sobre el árbol de sangre.

Han llegado a su fin 94 setiembres y 38 eneros con sus cactus, como una pincelada de tinta china. El vuelo del dragón ha terminado. El cerdo ha comido suficiente.

¿Has visto esos calígrafos perfectos en su maestría con el pincel chino? Así se pintan dos vidas que se acercan, se unen, se transforman y luego se desenlazan. Círculos que levemente rozan el principio y el final.

Él se fue primero. Ella después.

Cada verano busca un sacrificio para la agricultura.

Imagino la mansedumbre de ambos al caminar de la mano por alguna calle del mundo, mi sobrino tiene sus botas de vaquero puestas y ella lo aprieta con sus huesos usados, como intentó apretar a su padre. Era la mujer que luchaba contra los vientos del desierto.

Su padre no soportó que lo sostuvieran con tal fortaleza. El hijo ha de huir de la madre, es la ley del devenir vital. En cambio, el nieto sí, se deja quemar en el ritual de los ciclos equinocciales, camina haciendo ruido con los tacos de madera de sus botas estilo cow boy, en cada paso acepta su destino: “te obedeceré, abuela, estoy caminando a tu lado”.

En mis archivos constato 28 caras de Word comenzadas, 20 intentan representar la muerte de mi sobrino y 8 llevan líneas aproximándose al paisaje que emergió desde la muerte de mi madre. Ninguna alcanza ni la mitad de la página. Comienzan de forma distinta, en unas el narrador diegético atestigua. En otras he copiado párrafos de Faulkner. Faulkner tuvo el don para describir a los negros y la desgracia. Ha existido un momento en que los negros y la desgracia eran sinónimos. Mi Sobrino era nieto de negros y de chinos.

Zaña. 

Zaña queda a casi 40 minutos de las ruinas de Lurifico. Pero no hay transporte directo. Las viejas paredes de Zaña están más conservadas que el castillo de Lurifico. Para ir a Zaña debes ir primero a Reque, trasbordar.

Un negro no es un negro.

Hoy, al amanecer, le regalé una botella de pisco de buena cepa a una brasilera, ella movía sus caderas anchas con mucho swing. Ya quisiera moverme a su ritmo, que la música invada las estrellas apagadas de mi cuerpo. Pensé en mi sobrino antes de ser sacrificado por la ternura de la abuela. Él también descubrió las cucharas brasileras titilando absurdas contra los vidrios.

Mi madre le lavaba la cara y lo llevaba a los campos, le hablaba de los sembríos. Aquí sembraremos arroz, aquí el maíz, aquí el loc tao, el frejol bayo. No, no hubo trigo, no se pudo cumplir el ritual como Deméter. 

La mujer brasilera toma el pisco de pico de botella, es elíxir y ensimismada muestra el placer que el aguardiente estimula. Brindamos por la muerte y la vida. La mujer toma otro sorbo del pico de botella.  Mi sobrino se enamoró del verde de Brasil. Es ardiente el alcohol que pasa por el esófago y quema la sangre de los dioses. Mi madre, esté donde esté… sueña con una cosecha estupenda.

 

En El vuelo más largo. Antología de poesía hispanoamericana
(Ángeles de papel, 2020)

Vuelo nocturno del oso panda brasilero

(porque no hay pandas en Brasil)

Sueño con osos.

La última y la única vez que vi a un oso, era un panda de verdad.

Esa manía de asociar a los pandas con China y el Bambú,

este oso estaba loco.

Lo tenían resguardado en ese zoológico de Alemania.

No lo vi tierno, ni me dio gracia, ni pena

El zoológico no sólo es una jaula horripilante

Sino un lugar de masturbación silenciosa para  niños

¿Por qué los padres llevan a los niños a ver seres imposibles?

Debe ser terrible ser animal, pero pensar como humano

Lo peor es que la gente ni siquiera lo intuye,

Creen que los pandas, los camellos y

Los elefantes son seres vertebrados que disfrutan 

al dar vueltas en un espacio reducido

mientras miles de caritas felices les tiran maíz envenenado 

Ese oso panda estaba enloquecido

había roto una puerta, en lugar de masticar el bambú lo miraba con rabia

Si no hubiese un vidrio protector se hubiera tirado encima de los niños curiosos.

Ese mismo año en que vi al oso muy enojado empujar la puerta

Y destruir todo lo que había en su corral

Tomé un vuelo a nueva york

Y te vi encerrado en una ciudad que vibraba como trasbordador espacial

La gente de nueva york es distinta a toda la gente del planeta

Tú estabas allí sentado en una veredita…

Verte allí comiéndote las uñas me dio una sensación parecida cuando vi al oso panda gruñir enfurecido.

 

(Publicado en Santa Rabia Magazine)

You don't have permission to register