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Nuestro objetivo es visibilizar la literatura escrita por mujeres y disidencias, peruanas y hermanas. Toda información que quieras compartir será valiosa para hacer crecer nuestra comunidad. ¿Tienes alguna consulta o comentario? No dudes en escribirnos.

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Cusco, 1949

Mamá Lucía Ríos Umiyauri

Cuento de la vida de Mamá Lucía 

 

Yo, doña Lucía Ríos Umiyauri nací el 19 de Diciembre de 1949 en la comunidad de Ch’isikata, provincia de Espinar- Yauri, departamento de Cusco- Perú. Chaymi, también quisiera contarles que tengo varios hilos que me hacen mujer k’ana, dos de ellas moran en mi corazón, estas son: los tejidos y los cuentos. También me gustaría decirles que mis abuelos del lado paterno fueron kallawayas; viajeros itinerantes, conocedores de las plantas medicinales y del lado materno fueron descendientes de tejedores, agricultores y llameros. Por todo eso, tengo varios hilos-hilitos, uno de ellos es también el canto-takiy, por eso me dicen “cantora de las papas” y como mis manos aprendieron a pulsar los hilos, también aprendí a palpar las venas de las parturientas, por eso me dicen: “hierbera, conocedora de las plantas medicinales” y como asimilé desde muy niña los hilos y los nudos de los tejidos, aprendí en mi edad de luna llena a recoger las letras, por eso me dicen: “escritora mujer k’ana”. Y otro hilo que se enraizó en mis venas son los dibujos, por eso me dicen: “señorachay dibujante”.

También desearía contarles, que el hilo-nudo de la escritura la atrapé a mis 57 años en el 2004 y pasado dos años comencé a dibujar los personajes de mis cuentos de un solo trazo de lápiz; estos dos nudos la llame: “padre-madre”, las tejedoras la llamamos así porque en ellas dejamos todo nuestro soplo de vida. Estos nudos, padre-madre, me acompañan desde que sale el sol hasta que se esconde la luna; son mis compañeras de la vida. Mis trabajos, mis sanaciones, mis cantos, mis cuentos y mis dibujos tienen el samay-aliento del mundo mágico de mis vivencias y de mis ancestros, por eso mi granero es interminable como las estrellas del cielo infinito.   

La cuentera dice que si quieren más cuentos tendrán que atrapar la llave de los cuentacuentos que acaba de lanzarla en el aire.  

HARAWIKUNA-POEMAS (de mi poemario Kuka mamacha)

 

KUKA K’INTUCHA

 

 

Kinsa kuka k’intucha

llapan apukunaman phukurina,

kinsa kuka laphacha

llapan saywapi saminchana,

amaya ch’apaqyaruychu,

misk’icharaq karukushawaq,

karuraqmi purinay kashan,

q’inquy-q’iykuyraqmi  ñanpas,

phuyupas-phuyuyamushanña,

sunquri waqashanñataq,

Urpichay, 

maypin kashanki?

Ch’askaschay,

maypiñan kashanki?

Suyashaykichis

kukachanchista akullikunanchispaq.

HOJITAS DE COCA

 

 

Tres hojitas de coca 

para ofrecer a sus grandezas los nevados,  

tres hojitas verdes 

para paladear en la cumbre de los caminos,

tan pronto devienen desabridas,

dulce juguito de la coca no te disipes de mi paladar, 

no ves que el camino es largo y zigzagueante,

el manto negro cubre el cielo azulado,

y desde ya mi corazón está llorando,

y tú, mi Urpitu,

y tú, mi Ch’askita,

¿Dónde están?

Les estoy esperando para saborear nuestra coquita.

TAKIYCHAY- CANCIONES

 

HATUN PUNAYMANTA

(tomada de mi cancionero Mi vidita)

 

Hatun punaymantas urayamushani,

kinsachataymantas urayamushani,

uhachay qatintin 

llamachay aysantin.

 

Suka markachayman chayaramuspaqa

kinuwa aqhachata tumarapusqani, 

warma yanachaywa uharapusqani.

 

Bilin q’asachayman chayaramuspaqa 

qañiwa aqhachata tumarapuskani,

warma yanachaywan tumarapusqani, 

tumarapuqtiyqa uharapuqtiyqa

maypicha llamaypas, 

maypicha uhaypas.

 

Suka markachapi tiyakuq kakuni,

Bilin q’asamanta yuthucha kakuni.

 

Chay sumaq uyachaykipi lunarchaykis kani,

Bilin patachaypi takikuq kani,

warma yanachaywan silvarinakuspa,

warma yanachaywan ch’ukllachata 

ch’ukllakuspa tiyakuq kakuyku.

Bilin patachaypi uhachay michikuq yuthucha kakuni.

 

Maytan-maytan,

Pitan-pitan.

 

Pitan rikuranki yanan waqachiqta yaw yuthuschay,

chayta rikuspataq waqachiwankiman.

Nuqachatapuni munawaspaykiqa 

wankar puhuymantaraq unuta puririrqachiy,

nuqachatapuni munawaspaykiqa

Bilin pata Apuytaraq wiñarirachimuy.

 

Wankar puhuchaypi sapallan patuchay,

wankar puhuchaypi sapallan yhuthuchay,

imatan ruwashan unutan tumashan,

imatan mikhushan aqutan pallashan.

 

Aman purinkichu yaw kundur puxucha bilin pataytaqa.

Paqtataq huqtataq apayuruykiman sumaq ch’ukllachayman

chaypiñataq nuqawan takipakuwaq tusupakuwaq. 

SANTO TOMÁS BORRIQUITO

 

(Narración recogida y traducida del quechua por César Itier en el libro El hijo del oso. La literatura oral quechua en la región del Cusco. Lima:  IFEA, IEP, 2007) 

 

A ver, te voy a contar ahora la historia de Santo Tomás Borriquito. Uno de esos curanderos que llamamos qamili había venido de Bolivia, ofreciendo sus remedios de casa en casa, sobre su burrito, su burrito cargado de plantas medicinales. Este qamili caminaba solo con su burrito, ofreciendo sus remedios de casa en casa. Antes no había remedios, pues, la gente no conocía las plantas medicinales?. Como ningún carro iba por allí, los qamili viajaban a lomo de burro ofreciendo sus plantas medicinales. Traían remedios. Habían encontrado uno para el dolor de muela. Traían todo tipo de remedios esos qamili. Entonces, un qamili iba de casa en casa, de casa en casa, con su burrito. Llevaría mucho tiempo caminando y ofreciendo por todas partes sus remedios. Los qamili tenían los pelos trenzados, pero eran hombres, hombres. Venían de muy lejos. Sí, venían de muy lejos. Por eso tenían el pelo eran hombres de pelo trenzado. Los qamili tenían todos el pelo trenzado, sí. 

El burrito de este era una burra. Pero esta burra estaba preñada. Su burra estaba preñada. El qamili sabía que su burra iba a parir, sabía cuándo iba a parir. Cuando la burra ya estuvo a punto de parir, el qamili se dijo: 

Oh, parece que mi burra va a parir esta noche. ¿Dónde me voy a alojar? ¿Parirá un macho o una hembra? -se preguntaba-. ¿Y si me alojase en casa del cura, donde el cura? Me alojaré donde el cura -se dijo. 

Se presentó en casa del cura y dijo: Padre, alójeme.El cura dijo:Ya, hijo, te voy a alojar. Entonces lo alojó. 

Duerme en la casa, hijo, entra, descansa en la casa -le dijo. Pero el otro le respondió: 

– No, padre, no puedo dormir en la casa. Podrían robarme mi burra. Es mejor que la cuide toda la noche -dijo. 

Ya -dijo el cura. 

Entonces, se acostó al lado de su burra. El qamili se durmió un breve instante, luego despertó y vio que su burra había parido a un niñito. El niñito caminaba desnudo de un lado a otro. Trataba de huir de la burra. Entonces, el qamili se levantó de un salto y corrió a la casa del cura: 

Padre, ¡mi burra ha parido un ser humano!El cura no escuchaba. Así que, de un patadón, el qamili derribó la puerta de la 

casa del cura mientras gritaba: 

¡El niño se va a morir de frío! 

Y en efecto, como estaba desnudo, el niño temblaba de frío, ya moribundo. El cura saltó de su cama. Vistieron al niño. Lo vistieron y le dieron de comer. Luego, el qamili dijo: 

– Padre, quisiera que usted sea el padrino de mi hijo -dijo el qamili-. Bautice a mi hijo, que sea su ahijado, acepte ser su padrino. 

Entonces, el cura: 

Entonces, ¿qué nombre le pondremos? 

El apellido del curandero era «San», «San». Por su padre se llamó «San». Y por nombre le pusieron «Tomás». Y por su madre lo llamaron «Borrico». Sí, le dieron el apellido «Borrico», que quiere decir «burrito», «Santo Tomás Borriquito». [Se ríe.] Después de bautizarlo, el qamili y el cura se hicieron una fiestita. Y a la burra la regalaron con cebada. Luego, el cura dijo: 

Lo mejor sería que me dejes tu hijo. Déjamelo.Ya, te lo dejo. Hagamos un contrato -dijo el qamili, que se comprometió a no 

reclamar nunca al niño. 

Hicieron el contrato. Después, el qamili partió, llevando solo su burra y su cargamento. Y Tomás se quedó ahí, donde el cura, se volvió su hijo, el hijo del cura. 

El muchachito creció rápido y comía mucho, Tomás comía el contenido de dos platos; después, de un plato grande; luego, de tres platos grandes. Como era hijo de una burra, comía mucho. Luego, el cura puso a Tomás en la escuela. Lo puso en la escuela. Pero los años pasaban y no aprendía. No aprendía. Entonces, el profesor dijo a los niños, a sus compañeros: 

 

– Enséñenle -dijo-. Enséñenle, ayúdenle.Los niños intentaron enseñar a Tomás, pero no pudieron hacer nada. Entonces, 

le dijeron: 

Nos tienes hartos, burrito. No logra leer. ¡Cría de burro! ¡Burrito! ¡Hijo de burro! 

Como lo insultaban, Tomás se molestó y le dio una patada a uno de los niños, luego a otro y a un tercero, y mató así a los que le habían dicho eso, a los tres. Los mató a los tres. Había matado a hijos de ricos, de las mejores familias. Entonces, Tomás corrió a la casa del cura: 

Papá, maté a tres niños, ellos me trataban de hijo de burro, de hijo de burro, de burrito -dijo-. ¿Cómo pueden hablarme así, papá? Por eso me molesté y los maté a patadas. Porque mi padre eres tú, ¿no cierto? ¿Acaso vengo de un burro, soy un hijo de burro?s No pues, papá. 

– ¿Cómo se atreven a tratar a mi hijo de hijo de burro? -se indignó el cura. 

Pero la gente fue a quejarse al cura, los padres de estos niños fueron a quejarse al cura y se hicieron indemnizar. Creo que le hicieron un juicio y presentaron una denuncia. 

Entonces, el cura se dijo:Si ni siquiera aprende a leer, ¿qué voy a hacer con él? ¿Qué voy a hacer con este 

Tomás con todo lo que come? Mejor lo mando a pastear las cabras -se dijo. Y lo mandó a pastear un gran rebaño de cabras. 

Tomás, apúrate, te vas a ir, vas a ir a pastear las cabras, vas a ir a criar a las cabras -le ordenó. 

Hizo cargar una gran cantidad de provisiones sobre una mula. – Aquí tienes para comer mientras pasteas las cabras -le dijo. 

 

Entonces, Tomás estaba pasteando las cabras en un lugar desierto. Pasteaba las cabras. Pero pronto, sus provisiones se acabaron. Las provisiones de Tomás se acabaron. 

¿Qué voy a hacer ahora que ya no tengo qué comer? -se dijo-. Pues comeré cabras, cada día asaré una cabra. 

Entonces, empezó a comerse las cabras. Cada día terminaba una cabra, una cabra entera. El rebaño se reducía cada vez más. Finalmente, solo quedaron diez cabras, luego cinco, cuatro, tres y al final solo una. Terminó con las cabras asándolas todas. Recogía palos y estiércol, con ello hacía fuego y allí las asaba. Una vez que terminó con todo el rebaño, se dijo: 

¡Ay! ¡Terminé el rebaño! ¿Que voy a hacer ahora? Y mi padre, ¿qué me va a decir? -¿Cómo es? [Lucía Ríos trata de acordarse.]- ¿Qué voy a hacer? Plantaré sus colas en el pantano -se dijo-. Y le diré a mi padre que las cabras se hundieron todas de cabeza en el pantano, eso es lo que le diré -se dijo. 

Entonces, cortó todas las colas de las pieles, y como al final todavía le había quedado una cabra, embadurnó las colas con su sangre para que parecieran fresquitas. Luego, las plantó en el pantano. Las caló con piedras, sujetó las colas con piedras y se fue a buscar al cura. 

– Papá, ¡si supieras! Las cabras cayeron de cabeza en el pantano, todas. Intenté jaladas por la cola, pero se hundieron más, sus colas se rompieron cuando intenté jaladas -dijo. 

El cura inmediatamente fue a ver. Y en efecto, las encontró todas hundidas en el pantano. Solo quedaban las colas que sobrepasaban. Tomás dijo: 

Si quieres, intenta jalar, papá.Entonces, el cura jaló, jaló y jaló, y como la cola solo estaba sujetada con una 

piedra, se desprendió y le quedó entre las manos. Entonces, Tomás le dijo: ¿Ves? La cola está cubierta de sangre, las cabras acaban de hundirse.Sí, es verdad, acaban de hundirse. 

El cura se puso a jalar muy fuerte otra cola, que se rompió también, y el cura cayó al pantano, con la cola entre las manos. Fue él quien por poco desaparece en el pantano. Tomás lo sacó del pantano y le dijo: 

Ya ves, papá, casi te ahogas, yo también igual casi me ahogo. 

– Hijo, si es así, ya no intentes jaladas, que se queden así las cabras -dijo el cura, quien creía que era verdad, se dejó convencer, creía que era verdad que se habían metido en el pantano. 

El cura renegaba:¿Qué voy a hacer con él? Mató a unos niños, dejó todas las cabras meterse en el 

pantano, come demasiado, ¿qué voy a hacer con él? renegaba el cura. Renegaba, pues. El cura sabía que existía una laguna que era wak’a, que comía a 

la gente.Esa laguna come a la gente, allí toda la gente desaparece, el ganado y la gente. 

Lo mandaré allí a buscar agua, y desaparecerá -se dijo-. La laguna lo tragará. 

Entonces le dijo: 

Tomás, ¿por qué no vas a buscar agua a esa laguna -era una laguna alimentada por un río, a esa laguna y ese río? Dicen que si uno bebe de esa agua, aprende a leer y no se enferma nunca. [Se ríe.] 

Le entregó cántaros y cantarillos, y Tomás partió. Luego, llegó al borde de la laguna. 

Ya, papá, iré a traer agua dijo. 

Y llegó al borde de la laguna. Se acercó al agua para llenar sus recipientes. Pero mientras sacaba agua tranquilamente, una ola se levantó. Se levantó tan alto como un campanario. No le dejó sacar agua. Tomás huyó corriendo, perseguido por el agua. Cada vez que se volteaba, veía que casi lo alcanzaba. Pero logró escapar, y el agua, la laguna, regresó a su lugar. Pero él también volvió al borde de la laguna. Cuando el agua regresó a su lugar, él también volvió al mismo lugar. De nuevo se puso a sacar agua, y otra vez el agua se levantó, tan alto como un campanario. Casi lo aplasta. Sin soltar sus cántaros, huyó nuevamente de la ola que lo perseguía. El agua volvió a su lugar, y él también regresó al borde de la laguna. Una vez más, se puso a sacar agua, y la ola nuevamente se levantó. 

Tomás renegaba. Tanto, que la descompuso de una patada. Otra se levantó, y le dio un puñetazo. A fuerza de puñetazos y de patadas dejó la laguna seca. Pelearon a muerte. Tomás empezaba a cansarse, pero mandó toda el agua a volar, y a fuerza de patadas dejó la laguna seca. Entonces, imagínate, de pronto, un toro de oro sale del agua. Un toro de oro sale de la laguna. Tomás esperó así, muy firme, que llegara sobre él y lo atrapó por los cuernos. Lo agarró de los cuernos y lo golpeó varias veces contra el suelo, matando en seco al toro. El toro murió en el acto. Después de esto, el agua dejó de levantarse. Entonces, degolló al toro con una piedra afiladal3. Luego juntó leña y bosta. Amontonó la bosta e hizo fuego. Comenzó a asar el toro. Preparó un buen asado, del que se hizo un festín durante tres días. 

Y a mi padre, le llevaré dos piernas -se dijo. 

Luego, llenó sus recipientes de agua. El agua ya no se levantaba. Luego, volvió tranquilamente con el agua. Volvió cargando los recipientes en su espalda, con las piernas del toro puestas encima. 

Mientras tanto, el cura se decía: 

¡Ya me libré de él! ¡Por fin, me libré de él! ¡Muy bien! Si no regresó después de tres días, es que ya desapareció, fue comido, tragado por la laguna -se decía, feliz. 

El cura ya estaba emborrachándose, feliz, cuando Tomás llegó cargando sus recipientes llenos de agua y la carne puesta encima. 

Papá, ¡si supieras! ¡Estoy muy fastidiado! ¡Tuve una pelea con la laguna! No me dejaba sacar agua. Se levantaba -le dijo-. Un toro salió, lo maté, y ahora el agua ya no se levanta. Lo degollé y luego lo comí asado. Y para ti, papá, te he traído esto. Come papá. 

Ah, ¡qué buen hijo! -dijo el cura, fingiendo estar enternecido.Papá, come de esta carne -le dijo.Yo no voy a comer esta carne. Todo es para ti -respondió el cura. Porque sabía pues.¿Qué será esta carne? -se decía, y no la probó. 

El cura estaba renegando, pero tomó un poco de agua, para engañarlo. Veamos, la voy a probar -dijo, y bebió. 

Tomás bebía con aplicación, pensando que así aprendería a leer. Tomás tomó esta agua con aplicación. 

El cura estaba realmente harto:¿Qué voy a poder hacerle? ¿Cómo puedo hacerlo matar? ¡Tengo que hacerlo matar! -se decía. Entonces le dijo: 

Tomás, las vigas del techo de nuestra casa están muy viejas, deberíamos cambiarlas. Si no, la gente nos va a criticar. ¿Y si fueras al bosque a buscar madera? 

Tomás respondió: 

Ya, papá, iré a buscar madera, pero necesitaré un compañero. 

Te voy a dar uno -respondió el cura, que esperaba que lo devoraran los animales de toda clase que hay allí, que los pumas, los leones, los tigres14 y los osos lo comieran. 

Luego, le rogó a un anciano inútil que acompañara a Tomás. Reunió mulas viejas y caballos viejos, los más viejos, los que ya no servían para nada, y burros, porque pensó que los animales salvajes los comerían a ellos también. Luego, partieron hacia el monte con sus burros cargados de muchas provisiones. Ellos montaban a caballo. Al llegar, ataron los burros a los árboles cercanos. Y ellos se instalaron en el centro y se pusieron a comer maíz tostado. Había todo tipo de animales salvajes que rugían y hacían bulla, animales de toda clase. Pero ellos se quedaron dormidos. El sueño los venció. Habían dicho: 

Vamos a velar por nuestras monturas toda la noche. 

Pero el sueño los venció. Despertaron a la mañana siguiente. Se habían dormido comiendo maíz. Cuando despertaron a la mañana siguiente, ya no había ninguna montura. 

¡Ay! Nuestras monturas, ¿quién se las ha llevado? ¿Se las han llevado los ladrones? ¿Cómo es posible? 

Iré a buscar nuestras monturas. Tú, abuelito, quédate aquí, dijo al anciano, dejándolo allí. 

 

Tomás tomó su látigo y partió en busca de las monturas. Apenas había dado la vuelta al primer cerro cuando divisó un gran corral. Tomás observó lo que había adentro y vio que los huesos de sus monturas estaban amontonados ahí, aún rojos. Sus huesos estaban amontonados ahí. Los contempló, pensando: 

¡Son los huesos de mis monturas!Vio que también se encontraban ahí tigres, elefantes y leones, que conversaban: 

– ¡Hicimos solo un bocado de estos animales! Mañana en la noche, lo comeremos también a su dueño -decían. 

Tomás regresó donde el ancianito y le contó: 

– Son los animales salvajes los que se han comido nuestras monturas. 

Le contó al ancianito: 

Abuelito, son los animales salvajes los que se han comido nuestras monturas, y les escuché decir que mañana nos comerían a nosotros. 

El ancianito empezó a lamentarse: – ¡Nos van a comer!Pero Tomás le dijo al ancianito: 

– No nos van a comer, abuelito. Yo los voy a matar a todos. Tu te pondrás a la entrada del corral y les darás una buena paliza. No dejes escapar a ninguno. Los agarrarás a latigazos. Los esperarás a la salida mientras yo voy al interior para castigar a estos animales -le dijo. 

Tomás entró al corral donde se encontraban las fieras, los elefantes y todo. El abuelo le dijo: 

¡Te van a comer, y a mí también me comerán! -gritaba el ancianito. 

Tomás le encargó al anciano que custodiara la salida. Luego, entró al corral y azotó y castigó a todos esos animales. Estos trataron de escapar mientras gritaban, pero a la entrada del corral el ancianito les dio todavía una buena paliza con su látigo. Tantos golpes les dio que rejuveneció. Ya no era un anciano. El ancianito se había vuelto un joven. Tomás golpeó a los elefantes, diciéndoles: 

– Ustedes van a cargar los troncos sobre sus lomos descubiertos. Vine a buscar troncos. Mi padre me mandó a buscar troncos. ¿Por qué se han comido mis animales? 

Con una sola mano y un solo movimiento, así, Tomás arrancó todas las ramas de los árboles. Luego, cargó los troncos sobre los animales. Todos los animales estaban cargando troncos en sus lomos. Les hizo cargar los troncos de árboles amontonados sobre sus lomos. Los elefantes también tuvieron que caminar arrastrando troncos. 

Mientras tanto, el cura ya se estaba alegrando:

Ya se lo habrán comido en el montese decía.Pero, a medio camino, Tomás le mandó una carta, donde le decía: 

Papá, los animales del monte se comieron nuestras monturas; entonces, traigo la madera a lomo de estos animales, en sus lomos desnudos, papá. Contrata a una banda militar, manda una banda militar a recibirnos. Quiero que todos vean estos animales en la plaza del pueblo decía en su carta. 

Cuando su padre leyó la carta, ¡renegó! 

Pero ¿qué ha hecho otra vez ese animal? ¿Qué nos trae ahora? 

En realidad, el cura contrató solo la banda del pueblo. Sí, solo contrató a unos pobres músicos y los mandó a recibirlo. Él observó con su largavista: animales salvajes de todo tipo llegaban por el camino, en caravana. Unos elefantes caminaban uno tras otro, con la trompa levantada. El cura renegaba. Pensaba: 

¿Qué nos trae esta vez? 

Entonces, lo recibieron con la banda. Descargó los troncos de árboles en la plaza. Trajo todas las fieras a la plaza y las descargó en la plaza, descargó todos los troncos. La gente miraba boquiabierta. 

-Que todos vengan, que todo el mundo los mire, que todo el mundo los conozca dijo-, … los animales del monte dijo Tomás. 

 

Por supuesto, no hicieron nada con esos troncos de árbol ni voltearon el techo de la casa. La madera se quedó amontonada en la plaza, los troncos. Porque el cura no lo había enviado a buscar madera de verdad. Solo era un pretexto para que se lo comieran. No se cambió el techo de la casa. Luego, como el cura estaba renegando, Tomás amenazó a los animales: 

Quiero que regresen al monte sin asustar al más mínimo gorrión ni a nadie, sin hacer nada, bien ordenados. Los miraré con mi largavista. Si comen o asustan a algún animal, cualquiera que sea, los atraparé y los mataré -dijo Tomás. 

Entonces, los pobres elefantes se regresaron al trote, bien derechitos, muertos de hambre. Regresaron en fila y no comieron a ningún animal. No hicieron daño a ningún animal. Volvieron muy tranquilamente. Regresaron al monte. 

Luego, el cura dijo: 

– ¡Las cosas que me ha traído! ¿Cómo voy a deshacerme de él? -se preguntaba-. ¿Qué voy a hacer con él? Si es así, voy a pedir ayuda. 

Entonces, fue a pactar con los esqueletos, los muertos del cementerio. Fue a pactar con esos?: 

Les mandaré a Tomás a la medianoche y se lo comerán -les dijo. Los esqueletos aceptaron:Entre todos, lo comeremos de un bocado. 

Luego, el cura condujo las mulas al cementerio. Condujo las mulas al cementerio, el cura. Después, mientras Tomás comía, el cura le hacía conversación. Como Tomás comía mucho, la comida duraba. Mientras tanto, el cura le hacía conversación. De pronto, le dijo: 

¡Tomás! ¿Y nuestras mulas? ¡Nos olvidamos de las mulas! Corre, trae las mulas. 

Papá, dejémoslas pastear allá, las traeremos mañana dijo Tomás. Los ladrones nos las podrían robar, apúrate, tráelas -dijo el cura. De acuerdo, dijo Tomás.Y se fue a buscar las mulas. Se llevó un costal y sogas. 

Regresaré montado en una de las mulas, usando esto como carona, y conduciré a las otras dándoles latigazos con estas sogas. Utilizaré este costal como carona -dijo

Y partió. 

 

Entró en el cementerio. Las mulas estaban pasteando en medio de las tumbas. Las hizo salir del cementerio, contándolas con cuidado. Pero mientras estaba cerrando el cementerio, un esqueleto lo mordió, luego otro, mientras otro lo agarraba y otro más. Se le echaron todos encima. Pero Tomás los repelía uno tras otro. No se dejaba. Se puso a renegar. Finalmente, los metió a todos en el costal que había traído, puso a todos los esqueletos dentro. .Luego, lo cargó sobre una mula. Los metió a todos en el costal, bien apretados. Luego, cargó a los esqueletos sobre la mula, que amarró muy fuerte con la soga. Y luego, volvió al pueblo conduciendo las mulas. El cura renegaba y renegaba. Tomás le dijo: 

Papá, ¡si supieras! Justo cuando cerraba la puerta, esta gente, estos esqueletos, me atacaron, querían comerme. 

Estaba furioso: 

Papá, los metí en este costal dijo, vaciando de esta forma el costal en el patio. 

Los huesos, ¡Chullaw!, se esparcieron en el suelo. El cura le dijo entonces:¡Tomás, anda a la cama! ¿Cómo se atrevieron a tratar de comerse a mi hijo? 

dijo, fingiendo compasión.Después de eso, los esqueletos casi se lo comen al cura. Se lo querían llevar: 

¿Qué te ha pasado para que nos hagas esto? ¿Por qué nos has hecho esto? -se quejaban los esqueletos al cura. 

Con las cabezas perforadas, las piernas rotas, estaban deshechos. Como Tomás había amontonado los esqueletos en el costal, el cura tuvo que rearmarlos. Luego de lo cual, se llevó a los esqueletos y los devolvió al cementerio. 

Luego, se dijo:¡Ahora me hace esto! ¡Esta vez mi paciencia llegó a su límite! El señor cura estaba renegando mucho.

Me ha hecho gastar demasiado dinero se decía.Se preguntaba:¿cómo voy a deshacerme de él? 

En el campanario, habitaban demonios, unos satanases vivían en el campanario.  El cura lo sabía, pues tenía un pacto con ellos, con estos demonios. Entonces, fue a ponerse de acuerdo con ellos: 

Se lo mandaré a medianoche, ¿me lo podrían comer? ¿Podrían matármelo? -les preguntó-. Solo tendrán que empujarlo abajo, entre todos ustedes -les dijo. 

Luego, regresó a charlar con Tomás. Ya era casi la medianoche. Se quedaron despiertos charlando, charlando y comiendo. De pronto, el cura dijo: 

¡Ah, Tomás! ¡Nos olvidamos! Mañana, ¿no son las vísperast9? ¡Mañana es día de fiesta! ¿Por qué no fuiste a tocar las campanas? Corre a tocar las campanas. Corre, Tomás, anda a tocar las campanas. 

De acuerdo, papá. ¿Cómo se nos olvidó? -dijo Tomás. 

Y salió. Subió al campanario. Tomás estaba tocando las campanas. Estaba tocando las campanas. Hacía «¡ding dong! ¡ding dong!». Se escuchaba «¡ding dong! ¡ding dong!». El cura escuchaba. 

Pero, ¿cuándo lo comerán? Sigue ahí -se decía.Tomás seguía tocando las campanas y tocando las campanas. 

Pero, ¿por qué los demonios no se apuran en empujar a Tomás? -se preguntaba. 

Escuchaba atento.Pero, ¿cuándo es que lo comen? 

Tomás seguía tocando las campanas: «¡ding dong! ¡ding dong!». Y de repente, nada. 

¡Ya! ¡Se lo comieron! ¡Muy bien! -se dijo. ¡Muy bien! ¡Ya está, se lo comieron! Y el cura muy feliz empezó a tomar. 

 

Pero en eso volvió Tomás. Mientras tocaba las campanas, los demonios atacaron a Tomás en grupo, intentando empujarlo abajo, empujarlo hacia abajo. Se pusieron todos a morderlo al mismo tiempo y a agarrarlo. Al principio, Tomás los rechazaba simplemente con la mano, solo les daba golpecitos y se ponía de nuevo a tocar las campanas. Les daba golpecitos y volvía a tocar las campanas. Pero Tomás terminó por enojarse. Los demonios intentaron atraparlo entre todos, por las piernas y los brazos, y lanzarlo abajo. Pero Tomás estaba enojado. Todos tenían cuernos. Entonces, les arrancó a todos sus cuernos, les quitó a todos los cuernos. Luego, los lanzó a todos abajo, a los demonios. Luego, Tomás puso todos los cuernos en un saco y se fue donde su padre, con el saco en la espalda. Llegó, saludó y entró. 

– ¿No lo comieron? -se dijo el cura, exasperado.Papá, ¡si supieras! Me atacaron unos diablos cornudos. ¡Me querían echar abajo! dijo

¡Cómo se atrevieron! exclamó el cura. 

He traído cuernos de todos los colores para hacer lámparas, para algo tienen que servir estos cuernos. ¡Son tan bonitos! He traído unos cuernos que son muy bonitos. Nos servirán para hacer lámparas, para hacer candeleros. 

– ¡Ah! dijo el cura.Las cosas quedaron así.Anda a la cama dijo el cura, y mandó a Tomás a acostarse. 

Cuando estaba solo, el cura invocaba a los demonios. Después que envió a Tomás a la cama, los demonios se le presentaron. El toro de oro, los wak’a, todos estaban ahí. Y esta vez, se llevaron al cura. Lo agarraron de las piernas y de los brazos y se lo llevaron, se lo llevaron en sus espaldas: 

¿Por qué nos hiciste eso? ¿Por qué nos hiciste matar y golpear así?Mientras tanto, Tomás dormía. Pero salió a orinar. Mientras orinaba, escuchó gritar:¡Tomás! ¡Tomás!– Parece mi padre. Sí, escuché la voz de mi padre se dijo. 

Sospechando que era su padre, corrió hacia la cama del cura. La palpó, buscó a su padre. Este había desaparecido. 

– ¡Papá! ¡Papá! dijo.No estaba el cura.Era mi padre se dijo Tomás. 

 

Se vistió rápidamente, tomó su látigo y partió corriendo en dirección de donde venía la voz, escuchando con atención. Finalmente, divisó a los demonios, todo tipo de demonios, que lo cargaban sobre sus espaldas, a la luz de las velas; llevaban a su padre, que gritaba en medio de las velas. 

Los esperaré más allá -dijo, y se les adelantó para sorprenderlos un poco más lejos. 

Había una curva conocida por ser peligrosa. Tomás los esperó en ese lugar, se les adelantó. Allí, los agarró a latigazos a cada uno, los mató a todos y liberó al cura. Cargó a su padre en la espalda y regresó. Volvió cargando a su padre. 

Eso es lo que te pasa, papá, por querer matarme, por haber querido mi muerte, papito. Los demonios quisieron llevarte porque pactaste con ellos. Por poco te llevan y te comen porque has pactado con todo tipo de seres. Iban a comerte. Los demonios te iban a llevar a su país, a su casa le dijo. 

– Hijo mío, de ahora en adelante no pactaré más con nadie y ya no te detestaré, hijo mío suplicó su padre. 

Entonces, se habían reconciliado. Se habían reconciliado. El cura decía todo el tiempo: «¡Hijo mío!». El cura ya no quería pactar con nada ni con nadie. 

Mi hijo me salvó decía todo el tiempo. 

 

Un día Tomás escuchó a la gente que decía: 

Hay un pueblo donde los habitantes han sido exterminados por un condenado. Toda la gente ha sido exterminada. Ya no hay nadie en ese pueblo. El condenado se ha comido a todo el mundo. 

Su padre, el cura, ya lo sabía, pero no se lo había contado a Tomás. Entonces, Tomás escuchó hablar de esto y le preguntó: 

Papá, ¿es verdad que un condenado ha matado a todo el mundo en un pueblo? 

El cura le respondió: 

– Pero no, hijo mío, decimos eso en broma, por supuesto que no. 

– Sí, mató a todo el mundo. Papá, iré a ese pueblo -dijo. 

– No vayas, hijo mío, el condenado te comerá. 

– No, papá, soy yo que me me voy a comer al condenado, lo mataré -dijo Tomás

Y se fue contra la voluntad de su padre. 

Tomás se puso en camino. Trotaba hacia ese pueblo lejano cuando se encontrócon tres personas que venían en sentido contrario, escondiéndose entre los arbustos, venían escondiéndose. 

¿Adónde va, señor? No siga. 

Voy al pueblo -respondió. 

Nosotros estamos huyendo, escapando, porque un condenado ha exterminado a todo el pueblo. Somos los únicos sobrevivientes. El condenado atrae a la gente a misa tocando las campanas y los come a todos. No vaya le dijeron. 

– Sí, ¡vamos! Yo lo voy a matar, ¡vamos! dijo Tomás lleno de coraje, y llevó a esas personas a la fuerza. Yo lo voy a matar, ¡vamos! – dijo. 

Tuvieron que obedecerle. Pronto llegaron al pueblo. Una vez allí, esas personas le dijeron: 

¡Escóndenos! 

Entonces, los encerró con dos o tres candados. Los metió en unos baúles. 

Escóndenos aquí le pidieron. 

Y los escondió. 

No se muevan, yo les abriré, regresaré en cuanto haya matado al condenado -les dijo

Tomás salió y se fue a la casa del cura. No había ningún condenado. Empezó a buscarlo: 

– ¿Dónde está ese condenado? ¿Dónde está ese condenado? 

Había allí unos barriles. Miró adentro. En uno de ellos, había unas cabezas humanas, rostros humanos que estaban hirviendo. En otro, estaba hirviendo maíz amarillo. Entonces, Tomás se hizo un festín con ese maíz. [Se ríe.] Tomás comió harto. Tomó fuerzas. Comió bastante. Luego, encontró bosta amontonada y palos. Hizo fuego con eso. Luego, miró por todas partes, diciendo: 

¿Dónde está ese condenado? 

Miraba por todas partes desde el umbral de la casa del cura, diciéndose: 

Pero, ¡no hay ningún condenado! 

De pronto, divisó un torbellino rojo que se acercaba rápidamente bordeandoel cerro, como por allá. 

¡Ahí está el condenado! ¡Ese es el condenado! ¡Qué será eso! Carajo, ¡ese es el condenado! -exclamó. 

Tomás lo esperó, muy decidido. Llegó el condenado y se lanzó encima de Tomás para devorarlo. El condenado se lanzó encima de Tomás y ¡se armó una pelea! Pelearon rodando por el suelo el uno sobre el otro. Se lanzaban el uno al otro de un extremo al otro de la habitación. ¡Qué pelea! ¡Ya estaban totalmente agotados! Totalmente agotados. Finalmente, Tomás lo venció, venció al condenado. Entonces, el condenado se puso a gritar: 

Tomás, ¿me vas a liberar de mis pecados?Sí, ahora mismo te voy a liberar de tus pecados. ¿Por qué pecados te has condenado? le dijo Tomás. 

Y lo empujó al fuego. Tomás quemó cuidadosamente al condenado, lo quemó bien21. Cuando terminó de arder, un gato negro, ¡miau!, se escapó de un lado de su cuerpo. Y del otro lado, unas palomas blancas salieron volando. Lo quemó. 

Luego, Tomás se fue a ver a las personas que había traído consigo, primero fue a liberarlos. Al entrar a la habitación, tropezó con unas cosas que se encontraban ahí: ¡tuqruq! ¡tuqruq! ¡Los hombres se asustaron! 

 

¡El condenado está entrando! 

¡Ah! Primero, él había tocado las campanas. Primero, había tocado las campanas. Estos hombres se decían, asustados: 

Es el condenado que está tocando las campanas, se habrá comido a Tomás. 

Por supuesto, se dijeron: 

El condenado acostumbra tocar las campanas, seguramente es él se dijeron. 

Entonces abrió el baúl. 

Soy yo, Tomás, no se asusten. Soy yo, Tomás dijo. 

Y los liberó. 

Luego, se fue a la iglesia con estos tres hombres. Se fueron a la iglesia y entraron. Una vela brillaba, como quien diría, en ese rincón. Tomás se acercó: 

Allá, en ese rincón, algo está brillando, ¿qué será esta vela que brilla? Luego, de pronto entendió: 

¡Pero hay dinero aquí! ¡Aquí se escondió dinero! ¡Era el cura qmen se condenó! 

De pronto, se volvió clarividente, clarividente. De pronto, Tomás veía las cosas. 

Ha escondido dinero aquí, el cura. ¡El condenado era el cura! exclamó. 

Tomás se puso a cavar, cavar y cavar en este lugar. Había mucho dinero, muchísimo dinero. De ahí sacó, sacó y sacó dinero y más dinero. Así fue como perdió sus fuerzas, ya no tenía más fuerzas. Sí, ya no le quedaban más fuerzas. Sacó, extrajo el dinero, hasta que sus fuerzas se acabaron. Luego, se dijo: 

A ver, ya que fue el cura quien se condenó, ¿donde estará su libro de misa? 

Y se acercó al libro. Miró el libro y logró leerlo. Lograba leer fácilmente. Tomó el libro de misa y logró leer sin dificultades. Podía leer de una sola mirada. Se puso entonces los hábitos del cura [Se ríe.], los del condenado. Se vistió con ellos, con su ropa y todo. Luego, le dijo a uno de los hombres: 

– De ahora en adelante, yo seré el cura del pueblo y tú serás el sacristán. Al otro le dijo: 

Tú te encargarás de las casas, de distribuir las casas -dijo-. Y tú serás mi hijo, mi hermano -dijo. 

Así les dijo a esos hombres. Luego, le envió una carta a su padre:Papá, ahora soy el cura del pueblo, como tú. Me he vuelto cura, como tú. Ven, 

papá -escribió, pidiéndole a su padre que viniera. El cura habrá pensado:Me dice cualquier cosa. 

Pero fue. A partir de entonces, Tomás comía poco, ya no tenía tanta fuerza como antes y se había vuelto cura, el señor cura. Él y su padre, los dos, eran curas, sí. 

[Se ríe.] Es todo lo que Lucía te puede contar.

WILLANAKUYKUNA-CUENTOS QUECHUAS

 

Ch’isikata yachay wasiman rirani (cuento de mi escuelita de Ch’isikata)

 

Ch’isikata yachay wasiman rirani, chaymi primirutaqa napayukuq kayku hamawt’aykutaraq, “sumaq p’unchay yachachiqniyku” nispa. Hinaspataq, hamuyt’ayninku, “Lucicha huq harawichata harawiyuru escuylachaykipaq” nispa kamayarachiwaq. Chaymi khaynata harawiq kani. 

 “Ch’isikata ayllupi yachay wasichay,

k’achacha puka yuraqwan llusisqacha,

qanta munaspan,

llallillalliraq phawamuyku, 

chaymi,

turachaykunawan, ñañachaykunawan

sumaqta yachachinakuyku” nispa harawiq kani.

Hinaspataq “allintan ñawinchashani” nispa warmi hamuytan kusichiwaq. Hinaspataq sumaqta yachachinakuspa qilqana qhatapi qillqaq kayku, llapallayku ch’ulla sunqu kaq kayku, sichus pipas pantashaq chayqa, sumaqllata aysanarukuq kayku, siq’illata ñawpaqman purishaq kayku, chay kutiqa ch’uya sunqu kaq kayku.

Urpichamanta- cuento de mi hija Urpitu y del picaflorcito. 

 

Urpi ususichay qintichaman chimpashan sumaqchata rimaykuspa: “Munay qumir qinticha, t’ikachakunaq sunqunchanmanta misk’ichan chunqakuq, munay t’ika kulur qinticha, qanqa kanki hampi ima sunqu nanaypaqpas, chay qisachaykipas wawakunaq mancharikusqanpaq hampi” nispa.  Q’intichataq “riw-riw” nispa kusirikushan. “Kay wayaqachaypin apamusqay yachay wasiypi yachamusqay willakuychaykunata” nispa Urpichayqa aswanta q’itichata kusiriykachishan. Q’intichataq laphachanta mast’arispa, Urpi wawachayta muyupayaykun: “nuqapas sach’an sach’antan, t’ika t’ikantan, hamushani willakuychakuna kallaykusqa” nispa, ishkayninku willanakushanku mishk’i mishk’ichataraq, t’ikay t’ikay q’apaychataraq imaymana willakuykunata. 

Pillpintuchamanta.- de la mariposita escritora

 

Kulur kulur pillpintucha, phalay phalay laphacha, chayaramusqa wasiyman, chaylla wawaykuna maki quchachankuta mast’ariqku, chay patachaman pillpintucha pawahataq. “Ananaw qhillqashawan” nispa, Urpichayqa kusiriyukuq. Hinaspataq churichaymanñataq phawahataq, “allin qhillqaqpunin kasaq” nispa p’itanahaykuq. Hinaspa kuraq ususichayman chayaruq, ichaqa away-awayta phararaykuq haqay pillpintucha: “Kuraq ususiy Valichay, qanqa awaqpaqmi kanki” nispa niqtiy, payqa awaqpacha nuqaq laduchaypi pillpintuchaq laphachanta qhaway-qhawaykuspa. Hinaspataq Ch’aska Ususichaypa maki qucha patachaman chayaruq phillpintucha, ichaqa sinchita maki qucha patachanpi phararaqtin, phillpintuchaq laphanta llamirusqa, chaylla pillpintucha phalarirapuq. Ichaqa ch’askaschaypa maki quchachanpi tuytushasqa huq munay librucha: “ananaw, libruchanta saqiykusqasunki” nispa llapallayku chay libruchata qallarirayku ñawichayta. 

Chuqichanpiq quri minanmanta español mistimantawan- Historia de la mina de oro de la princesa Chuqichanpi y del ambicioso español. 

 

Españul mistikunas yuyaychakamusqaku “Piru suyupis kanman quri-qulqi minakuna” nispa mamaquchantas tuytunapi tuyturamusqaku caballuntin. Tuyturamuspataq caballunkupi sillaras hatariyamunku riki minakunata mashkaspa, qhawaspa. Hinaspas Antapakay mina k´uchuntas pasaramusharanku mistikunaqa caballupi sillarakama chay k’uchupis huq munay k’acha sipascha; q’umir pullirachayuq, q’illu kutunachayuq, puka sunbriruchayuq chuqichanpi t’ikacha kasqallan qaqapatachapi tiyayuspas quri llaviwan “chhulluq chhulluq” nispas pukllayukuspas uywankunata michiyushasqa. Mistikunaqa ninkus: “Pitaq chay munay sipaschari?” nispas pakallamanta qhawapayamunku. “Maypitaq tiyasqari? chay sipaschari? ninkus. Hinaspas sipaschaq wasinqa kasqa Antapakay qaqa k’uchupi chaymansis qhatiyapun uywankunataqa. Tutamantaqa qarqumullantaqsis uywankunata, quri llavichanwan pukllayukuspas michiyushan chuqichanpi urqu qhatapi. Hinas ninku mistikunaqa: “Haqay sipaspa quri llavichanta qichuramushasunchu”. Chaysis huq misti nin: “Nuqa sumaqta rimapayaspa, pukllapayaq tunpalla quri llavinta qichuramusaqchu?” nispas chinpan mistiqa sipaschamanqa. “Allillanchu chaska ñawi panachay, urquntin q’asantinmá uywaykikunaqa kasqa! michiysishasaykichu?” nispas rimapayan. Mistiqa sipaschaq llavichantas pukllapayaq tunpallas qichuruyta munan. Sipaschaqa manas llavichanta qichuchikuyta munanchu, qichuruyta munaqtinsis chhanqa maymanraqcha llavitaqa chayakunpas riki “ch’ulluq…” nispa. Hinaspas chay mistiqa rimapayaspa, pukllapayaspa “sultiran kani, sapallaymi kani, casarakapusun” nispas q’uturun. “Ya” nirqachisqapuni urpiyanan kananpaq sipastaqa. Hinaspas mistiqa tapun sipaschata: “Panachay! ¿Imachataq sutiykiri? “

-Chuqichanpichan sutiyqa, nin. Qanpari? Imataq sutiyki? Niqtinsis mistiqa nin.

 -Nuqaq sutiyqa quri sunquchan, ninsis. Hinaspaqa riki, chay waynaqa chuqichanpichaq uywankunatas michiysin, chaysis rimashaqtinkuhinas ñas inti sukhaña kashan, uywankunataqa chuqichanpichaqa qatiyapushanñas kanchanman, chaysis mistiqa chuqichanpichaman qatipakun. Hinaspas nin  chuqichanpichaqa: “Ama haykumunkichu waysiytaqa”, nishaqtinpas mistiqa qhipantas hunkuyunpunis wasinman. Hinaspas, chuqichanpichaq wasinqa kasqa quri-qulqimantas, qurikunas taqi, taqi kasqa, chayta rikuspas mistiqa nin:

-Chuqichanpicha casarakapusunpunin, munakuykipunin remediasunpunin, nin. Chaysis chuqichanpichaqa nin: “Manan nuqallamantachu papaymanta, mamaymanta, turaymantaraqmi, imaninkumancha paykuna”. Niqtinsis mistiqa nin: “Maypitaq taytaykiri tiyan? Chaysis nin chuqichanpichaqa: “Anqas anqas apu k’uchupin papayqa tiyan”, nin. Chaysis tapullantaq: “Mamaykiri? Maypitaq tiyan?”, nin: “Mamayqa tiyan Apu chuqipirwapin”, nin. “Turaykiri? Maypitaq tiyan?”, Nispa tapullantaq. “Turayqa apu kinsach’atapin quri turu sutiyuq tiyan”. Niqtinsis mistiqa; “Maynintataq ñanri rishan taytaykiq, mamaykiq, turaykiq wasinmanri?. Niqtinsis nin chuqichanpichaqa: “Quri ñanniykuqa panpa ukhunta rishan, kay nuqaq wasiymanta papaypaman, mamaypaman, turaypaman ima rishan.. Hinaspas mistiqa nin. Chhayna kaqtinqa hakuyá! papaykiwan riqsichikamusaq, nispas rinku papanpa wasinta anqas anqas apu k’uchuta. Chaysis mistiqa nin chuqichanpichaq papanta: “Hampusqayki papay!, nuqan watukamushayki!, waliqllachu kashanki? nuqa usuyki chuqichanpichawanmi rimakapuni, nuqa qatayniyki kani”, nin. Hinaspas chuqichanpichatas tapun taytanqa: ¿Chiqachus kay wayna parlaqmasiyki waway?”, niqtinsis nin ususinqa: “Ari papay, kay waynawanmi sunquta tupachini” niqtinsis papanqa nin waynataqa: “Ususiyta sumaqta, ama waqachispa, mana llakichispa uywanayki kaqtinqa ususiytawan casarachisayki, nin. Hinaspas mistiqa nin: “Imas nuqari waqachiyman tukuy sunquywan khuyasqaytari, sumaqta uywakusaq urpi yanachaytaqa”, nin. Niqtinsis nin chuqichanpichaq papanqa: “Chhayna kaqtinqa qankunamanmi qupuykichis Antapakay wasiytaqa llapa uywantintan, qankunamantaña yachakunkichis vida pasayta”. Nispa niqtinsis kutinpunku. Uywakunatas michiyushankus chuqichanpi apu qhatapi “uywanchiskunata mirachikusun”, nispa. Chaysis mistiqa waka rantiyta qallarin. Hinaspas nin: “Chuqichanpicha qulqita quway wakata urantimunaypaq, waka nigushupi llank’asaq”, nispas qulqitaqa quyachikun. Hinaspas mistiqa sapa p’unchaw wakatas rantimushan chuqichanpichaq qulqi qusqanwan. Hinaspas nin mistiqa: “Urpillay, sunqullay chuqichanpicha llaqtaypin wakaqa valin”. Nispas chuqichanpichaq wakantawan t’aqarispas, t’aqarispas apayukun sapa kuti llaqtanta, sapa rispataqsis misti masinkunatas pusayakamun, “wawqiykuna kunanqa, qhapaq quriyuq, qulqiyuq warmiwanmi tiyanpuni, haku! Piru suyuta” nispas pusayakamun mistimasinkunata. Mistiqa manas qulqitaqa apamunchu chuqichanpichamanqa. Hinaspas  nin chuqichanpichaqa: “Imaqmi mana qulqita apamunkichu qusay sapa viajepi? ¿maytaq qulqikuna qusqayri? ¿Maytaq waka vindimusqayki qulqiri? Niqtinsis nin: “Llaqtaypin hallp’ata rantimushani chay qulqinchiswanqa, wasitan ruwachimushani, llaqtaytan pusakapusayki, ripusunmi, llaqtaypin casarakamusun urpichay”, nipas waqtantas q’utuykushan chuqichanpichataqa. Ichaqa chay mistiqa llaqtanpis chiqayta wasita ruwayachikushan, huq warmiwansis casaraykamun llaqtanpiqa, chay mistiqa pisimanta pisi millaymanñas wakiyushan, phiñariyukunñas chuqichanpichataqa, sanp’amanñas tukuyachisan sapa k’amispa, sapa phiñaspa. Hinaspas mistiqa chuqichanpichaq uywankunata ñak’ayuspas mistimasinkunapaqsis wayk’uyachishan chuqichanpichawan. Hinaspas ñas wawachayuqña chuqichanpichaqa kashan. Hinaspas chuqichanpichaqa mistiq makinpi; k’amisqa, maqasqa, saruchasqa, qipanchasqa, khuyay, waqasqa purishan. Hinaspas chuqichanpichaqa rikurusqa mistikunaq caballunta q’illu frenuyuqta, yuraq frenoyuqta, quri, qulqi khamuqta. Hinaspas nin  mistitaqa: “Yaw! caballuykisqa quritamá mikhusqa”, nin.. Niqtinsis nin mistiqa: “Ari, quri-qulqi mikhuqmi caballuykuqa, qaray qurita, qulqita”, nispas qarayachishan chuqichanpichawanqa. Chuqichanpichaqa q’ipi, q’ipitas; qurintas, qulqintas caballukunaman qarahatan. Hinaspataqsis mistiqa chayta rikuspa kamachinpacha chuqichanpichataqa, chaykamataqsis mistikunaqa uqarirunkupachas quritaqa, qulqitaqa. Hinaspas chay mistiqa sapa p’unchawllas machayushankus misti masinkunawan, pasakunkus machaq chuqichanpichaq qulqinta aparikuspas, machana wasikunapis machayamushanku, chuqichanpichataqsis llakisqa wayk’uyushan chay mistikunapaq. Hinaspas mistiqa ninña “nuqaq quriymi, nuqaq uywaymi” nispas rikuchishan mistimasinkunaman chuqichanpichaq kaqninta. Mistiqa gustunirumanñas wakiykun, chuqichanpichataqsis waqayukuspas pusayamushan machana wasikunamanta mistitaqa. Hinaspas, mistiqa yapa pasakullantaq machaq, chaysis chuqichanpichaqa mashkhayamushanpunis waqayukuspa, machana wasin-wasintakama maqanata, k’aminata manchakuspa. Hinaspas qusanqa huq machana wasipi sikuta machayushasqaku misti masinkunawan, hinaspa chuqichanpichaqa “urpillay sunqullay, haku wasita” nispa maqapakushaqtahina pusamun mistitaqa, puñuchin mishk’ita rimapayaspa mistitaqa. Hinaspas chuqichanpichaqa hawallapi waqayukun “millayma runamá kasqa kay mistiqa, maqayuwan, waqayachiwan, uywaykunata tukuyun, quriyta-qulqiyta llaqtanman apayushan, wawaytapas chiqnikapuwan” nispallas ñuñukushan wawachanta. Khuyay, thantallañas mistikunaq sirvisqanpi chuqichanpichaqa kashan. Hinaspas chuqichanpichaqa yuyayurukun. “Imanarusaqmi kay  mistita, rikch’aruspaqa maqayushawanqas riki”. nispas yuyayurukun “aswan kay mistita sipirapusaq puñushanankama” nispas i, huq rumiwan umapi p’anaspa sipirapun mistitaqa. Hinaspas chuqichanpichaqa “rass…” nispas mancharikun. Hinaspaqa chaytaña hamushasqaku mistimasinkunaqa “ñacha´ wayk’unña chuqichanpillaqa” nispa. Chuqichanpichaqa mistikunata rikuruspas manchasqa ayqirirukun wawa q’ipillantin. Hinaspas, mistikunaqa haykunku wasita chaypis wañusqa kashasqa quri sunqu mistiqa. Hinaspas qaparinku mistimasinkunaqa “Wayqiy! Pitaq sipirusunkiri? Pitaq sipirunman karanri?, chuqichanpillanpunin sipirun, haku nuqanchispas sipiramusunchis”, nispas caballupikamas mashkamunkus chuqichanpichataqa. Hinaspas rikurunku chuqichanpichataqa Antapakay apu Chuqichanpi qhatapis kashasqa chuqichanpichaqa wawa q’ipichantin. Hinaspas mistikunqa “haqayqa chuqichanpillaqa, sipirusun” nispas hap’irunanku kashaqtinsis chuqichanpichaqa chuqichanpi t’ikachamansis tukurqapun,  ashkha chuqichanpi t’ika wiñasqa chay apu chuqichanpi sutiyuq qhatapiqa. Hinaspas mistikunaqa kutiyanpunkus “haku! chuqichanpillaq wasinmanta quri qulqinkunata apayukusun” nispas ninku. Hinaspas i chuqichanpichaq wasin qhawayunankupaq, wasin laqa, t’uqu, ushkhu kapushasqa, manas ima quri qulqipas kapusqachu, manas imaynatapas haykuyta atinkuchu, ñas chuqichanpichaqa wisq’arakapusqaña wasinta chay quri llavi chhankasqanwan. Hinaspas mistikunaqa rinigasqa ninakunku “haku chuqichanpillas taytanta sipiramusun” nispas pasankus Anqasanqas apu tintayaman, hinaspas chuqichanpichaq papanqa qhawakamushasqa wik’uña marq’ayusqas, quri qulqi barreta apayusqa, munay wik’uña punchuchayuq. Hinaspas i mistikunata rikuramuspas chuqichanpichaq papanqa wasinman chinkayapun, mistikunataqsis qhipantas haykusharankuñas chuqichanpichaq papan sipiq chayllamansis qaqakunas, rumikunas urmayamun thunikamun yaqallas mistikunata p’anparun, iscapamunkusya mistikunaqa. Hinaspas chuqichanpichaq mamanmanñataqsis “haku chuqichanpillaq mamanta sipiramusun” nispas pasanku Apu Chuqipirwata. Hinaspas mistikunaqa ña rikurunkuña chuqichanpichaq maman Chuqipirwata. Chaysis mama  chuqipirwaqa quritas pirwayushasqa chayta rikuspas mistikunaqa, kusisqas chinpayushankuña “Haqay qurinta qichuramusun” nispas wichayusharanku apu chuqipirwa qhatataña chayllamansis mama chuqipirwaqa mistikunata rikuramuspa chinkayarapun wasinman, hinaspas wasinqa Apu Chuqipirwaman tukurapun, chay quri-qulqikuna rawkhasqantaqsi tukurun qaqa rumikunaman. Hinaspas mistikunaqa riniganku phiñasqas ninakunku: “Aswanpas haku chuqichanpillas turan Qurituru sipiq” nispas pasanku apu kinsach’atata. Qurita, qulqitasya apayta munanku. Chay apu qhatapis ashkhapunis wik’uñakunas mikhurayashasqaku, hinaspas mistikunata rikuramuspas wik’uñakunaqa p’itas kinsach’ata apu t’uquman hich’ayarakapunkus hinaspas chay t’uqumanta qhawarakamusqa Qurituruqa. “Pin wik’uñaykunata manchachimun?”. Chaysis mistikunaqa ninku: “Wawqiy Qurituru, qan watukuqmi hamushayku, allillanchu? Waliqllachu?” Niqtinkus quri turuqa nin: “Allillanmi kashani wawqichaykuna, kusa, allinpunin watukamushawankichis, haykuykamuychis”, nispas pusaykun wasinman. Hinaspas  Qurituruq wasinqa kasqa qurimantakamallataqsis. Chaysis mistikunaqa kusikushankuña quri-qulqitakunata rikuspa “Apayukusun qurikunata Qurituruta sipiruspa” nispas chhiwchinakushanku rinrillankupi, sipirunanku kashallaqtinsis quri turuq wasin thuniyakamun wathia hurnu hinaraqsis thumiyakamun. Hinaspas llapan mistikunata chay ukhupi wañuchipun chayqa Kinsach’ata apu minas vilaharapusqa chay mistikunataqa quri, qulqinta suwasaq nisqanmanta, chaypi wañupunku mistikunaqa chayqa caballullankuñas kidasqa. Chaysis huq kutiqa rimamusqa karan Apu Anqasanqas tintaya minaqa. “Sichus quriyta qulqiyta urquyta munankichis chayqa huq carga quinuwata, huq carga qañiwaytawan apamuwaychis chayqa quriytapas qulqiytapas qusaykismi”, nispa. Chay sapanka ruru kinuwasya tukun huq mistiman, chayqa hayk’a mistitaraqcha’ mikhunmanpas riki, mana minaman haywaqtinkunqa riki, mistiq rantinsisya kinuwaqa, qañiwatataqsis runakunaq rantinmantas hap’in apu tintaya minaqa. Chaysis nin Tintaya minaqa nin: “Nuqaqa qharin kani, nuqaqa tupallasaqmi, nuqallata imanawaychispas, warmiy Chuqipirwata ichaqa aman phakanta llachunkischu, aman sunqunta llaminkispaschu, llaminkichis chayqa, llamisqunataqa llapaykichista vilahayman, mikhuyman” nispas alto misayuqwan rimanku. 

Chuqichanpichataqsis rimamun: “Quriyta qulqiyta pipas llamiyta munanqa chayqa quri-qulqiymanta ranti apamuwachunku duncella runtuta”, ninsis. Chaysis duncilla runtuq q’illunqa tukun quri  minaman, yuraqnintaqsis tukun qulqi minaman. Quri Apu kinsach’ata minataqsis ducena, ducena, ducena runakunatas mañakun.  Kinsach’ata qhatapi mikhuq wik’uñakunaqa quris lluqsimusqa karan wik’uñaman tukuspa kinsach’ata apumanta. Quriyuq apukunaqa kunanpas rimashankus.

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