Callao, 1948
Sonia Luz Carrillo
De mujeres
Dime Safo
tú que también fuiste hembra
e intentabas poesía.
¿Fuiste también tenida
en bello,
apetecible,
gran estorbo?
Naturaleza
(De Sin nombre propio, 1973)
No
De tenues rosas
Alelíes
O cándidas violetas
E mi aroma
Ni es mi voz
Ni es mi música
Mi cuerpo
Mi cuerpo
de mujer
Mi pensativo
cuerpo
suave
y firme
sostiene
el peso de mi cabeza.
Lo que es el olvido
Hoguera
bajo tierra
Flor
de interior
Agua viva
dispuesta siempre
a encontrar una forma
Lo que es el olvido.
Grabados en el agua
(De Tierra de todos, 1989)
esculpidos en el aire
extraviados
para siempre
dados por desaparecidos
entre el sueño
y la vigilia
rendidos
ante la desidia
y el cansancio
los magníficos
poemas
que no llego a escribir.
Años: veinte
(De Las frutas sobre la mesa, 1998)
Amigos,
nosotros
los que cercanos a los veinte años
vimos caminar en la Luna
a los navegantes celestes,
morir al Che, en Camiri,
heroicamente,
y triunfar a Vietnam.
Nosotros
desde entonces amadores de libros,
que como todos los nuevos
soñamos cambiar el mundo,
quiero decirles
que sí
que lo cambiamos.
Que fueron nuestros gestos
−hechos ahora menudas rayitas
orlando las miradas y blancuras
indiscretas en las sienes−
muchos de nuestros gestos,
multiplicados
los que presagiaron este fin de siglo.
Nada fue igual después
que las muchachas discutiéramos en casa
unas cuantas horas de libertad.
Nada fue igual después
de nuestra tímida llegada
−hijas e hijos de empleados y obreros−
al regocijo de las páginas
del arte, de las ciencias,
de las delicias del conocimiento.
Nada fue igual después
que descubriéramos que la vida era plural,
multicolor y que los reclamos llevaban
la belleza de la justicia.
Y fuimos el valor de lo distinto
gritando su valor.
A veces cedimos a la tentación
de la solemnidad
pero fueron episodios
en ese revolvernos para hacer caminos.
Y fuimos camino
en el que se levantaron y derrumbaron
diversos edificios.
Supimos , sin embargo, a tiempo
apartarnos de las máquinas de ver
a dos colores
y en cada nuevo instante descubrimos los matices.
A tiempo, nos pusimos a distancia
de discursos envejecidos por los acontecimientos.
Y todo fue una búsqueda incesante de sentidos
que alumbraran la intensidad y hondura
de estos años y su vértigo.
Amigos,
aún
interrogantes,
nos encuentran los ahora de veinte años
a nosotros,
los que quisimos hacer de la frescura
la mejor de las costumbres.
Las sirenas no pueden cantar
(De Callada fuente, 2011)
En vano hacen gestos de llamada,
invitaciones
obscenas
a torcer los caminos.
En vano
escudriñan,
sibilinas,
tus puntos
frágiles.
En vano
despliegan,
repulsivas,
sus brillos.
Las sirenas no pueden cantar.
Cuando tú lo decides
simplemente
las sirenas no existen
Mientras cae la tarde
Mientras todavía hay luz
horas serenas
tareas a punto de culminar
para dar paso al sosiego
o a la imbatible noche,
mientras cae la tarde
y hay silencio,
es tiempo volver la mirada
al recorrido,
las salas, los rincones,
inventariar lo salvado
de hogueras y mudanzas.
Es tiempo
para saber
qué se guarda, qué se pule
qué, definitivamente, se deshecha.
Se arroja
a la nada
mientras todavía hay luz
mientras cae la tarde.