Follow us on social

Últimos posts

Escríbenos

Nuestro objetivo es visibilizar la literatura escrita por mujeres y disidencias, peruanas y hermanas. Toda información que quieras compartir será valiosa para hacer crecer nuestra comunidad. ¿Tienes alguna consulta o comentario? No dudes en escribirnos.

Síguenos

Lima, 1950

Marisa Godínez

Pequeños escritos

 

Dibujar, crear, arriesgarse, es como caminar sobre piedras, como tirarse en ala delta, sin ala delta, mirar todo desde arriba, disfrutar y tener miedo a la vez. Saber que inexorablemente viene la bajada, de nuevo los pies en la tierra. 

Hueco-dolor-herida, mi habitante, no hay cómo desprenderse de él, camino llevándolo a cuestas, hay que aprender a conocerlo, amigarse, lo contiene todo, hasta lo que falta. Entre los dos hemos hecho esta vida.

Ya no lloro cuando hablo (casi), las lágrimas se quedan allí en el borde mismo,  empujando, reclamando como un huaico su lecho natural, salen desde el centro del cuerpo, donde se encuentran en estado latente, en una hibernación taimada, escondidas entre el diafragma y el estómago, ahí donde duele cuando duele, esperando activarse inmediatamente cuando suene la alarma de mi voz queriendo recordar, reclamar, confesar, denunciar. Entonces el llanto comienza a subir por la garganta como si fuera un guachimán, un portero de los dolores que sale disparado para advertir “no, de eso no se habla”. Respiro hondo. Engroso la voz y hablo.

Para seguirte queriendo me olvidaría de mí, porque parece que las dos cosas no caben juntas, no hay espacio suficiente en el cuerpo… entonces ¿como quieras, cuando quieras y donde quieras? O me dedico a mí, a conocerme y aceptarme con mi peso, mi pelo, mi edad. Aprendo a quererme, darme mis gustos, construir mi proyecto de vida y ponerle mi tiempo y pasión. “Como una pilota que mira desde arriba la geografía de su vida para después aterrizar” (VM Mark Strand

Dentro de mí hay un agujero azul de ocho metros de diámetro, oscuro y profundo; la niña que fui sigue sentada al borde con las patitas colgando al vacío y mira adentro, no tiene fondo, qué miedo. 

Del mismo árbol que pende el columpio de la niña pende la soga del hombre de la maleta. Dos sogas sosteniendo dos cuerpos de distinto peso, el hombre termina su vida, la niña espera vivir.

El sitio en donde trabajo en casa está arriba de la cocina. Ella cocina, yo dibujo, los olores de su comida se van mezclando con mis trazos, mis divagaciones, mis luces y sombras, su RPP con mi Callas, cada una a su oficio. Ella siempre va a salir ganando, pronto todos vamos a gozar y celebrar su comida, ella va a sonreír satisfecha, yo continuaré mi batalla.

You don't have permission to register